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Estimulación del Lenguaje en Niños con TEA

Por ROMINA DASCOLI

“No poder hablar no significa no tener nada para decir”. En mi experiencia, en el trabajo con niños con TEA esta frase me inspira a compartir algunas estrategias para estimular la comunicación.

En primer lugar, me parece muy importante tomarme tiempo para observar cómo se maneja el niño y, paulatinamente, poder encontrar patrones que lo han llevado a aprender. Creo que los niños buscan una forma de hacerse entender, tanto a través del lenguaje verbal como con gestos, conductas como uso instrumental del adulto o a través del llanto o rabietas.

En general, los niños se muestran motivados por alguna situación, juguete, canción, juego, etc. Como terapeutas, primero, deberíamos promover la motivación y luego, conseguir una “actitud expectante” por parte del niño, aunque sea por un período breve.

En niños con TEA es importante descubrir el canal a través del que pueden  “recibir mejor” la información que se les brinda, y de qué manera  toman del medio dicha información.  Si es a través del canal visual, hay que tener en cuenta si es de manera estática, con movimiento, más color o menos color, entre otras opciones. Dentro del canal auditivo, podemos considerar  el volumen, la frecuencia, entonación, rimas, canciones, música, etc. Tal vez sea a través del movimiento en donde se sienten más a gusto: podría ser con juegos corporales, estimulación vestibular, o elementos con vibración, entre otros.

Herramientas para encarar la comunicación con los niños con TEA

  • Explorar y acompañar la etapa de juego en la que se encuentra el niño nos permite observar lo que le llama la atención. Así, podemos proporcionarle  herramientas para enriquecer su juego. Las expresiones y exclamaciones pueden atraer su atención. Al ganarla, y para incentivar la motivación, las herramientas de comunicación de las cuales valerse podrían ser palabras simples, que tengan sentido para el niño. Y a través del juego, de expresiones cortas y de articulación simple que puedan ser utilizadas en otros contextos: “más, me gusta, allá, acá, a mí, no, si, otra vez”, por ejemplo.
  • Además, es necesario propiciar situaciones en las que sea necesario utilizar las herramientas proporcionadas, modelando y utilizando las mismas. Un ejemplo puede ser buscar un juguete de su agrado: “¿Dónde está?  ¿Acá, allá? ¡¡¡Uh!!!,  Mmmmmm, ¿acá? No, sí, yo, ¡¡acá está !!”
  • Evaluar periódicamente el uso de las herramientas de comunicación que el niño utiliza y “pulirlas” para que las puedan comprender las personas del entorno del pequeño. Es importante que el niño pueda incorporar recursos para comunicarse, palabras, gestos, pictogramas, pero también es muy importante que quien lo escuche o vea comprenda lo que el niño quiere decir; es conveniente seleccionar palabras o frases de uso frecuente, que se puedan utilizar en diferentes contextos y con diferentes personas.
  • Observar y evaluar los contextos en los que el niño se desenvuelve para adecuar las herramientas enseñadas. Tener en cuenta qué personas frecuentan al niño y en qué contextos se desenvuelve habitualmente;  sugerir situaciones a las personas que conviven con el niño o que visitan frecuentemente.
  • Utilizar material novedoso y variado acorde a los intereses del niño. Actualmente contamos con dispositivos electrónicos con acceso sencillo y altamente motivantes para los niños (tabletas, reproductores de música y computadoras).
  • Favorecer la inteligibilidad del sistema que se utilice, a medida que el niño va incorporando recursos comunicativos es importante que la persona que lo advierta pueda comprender lo que el niño está intentando transmitir.

En conclusión, así como no poder hablar no significa no tener nada para decir, oír nos permite saber que la música está sonando, pero escuchar permite entender qué dice la canción. Hay momentos en los que oímos pero olvidamos escuchar.

Por ROMINA DASCOLI

Lic en Fonoaudiología , Supervisora de Programa Neurocognitivo de GrupoCidep

Publicado en Febrero 2015