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La máquina integrada a mi cerebro

Por MIGUEL ANGEL GARCÍA COTO//

El “yo algorítmico”, es un concepto propuesto por Ch. Nguyen desde la Inteligencia Artificial.

Me parece interesante reformularlo como un concepto que integra capacidades construidas y alojadas en una máquina con capacidades humanas en acción. Desde el simple predictor de palabras que anticipa según patrones construídos a partir de las huellas dejadas por el humano según la frecuencia de uso entre otras variables hasta el robot cirujano por nombrar una de tantas complejidades. Humano y máquina nos integramos en la resolución del problema que planteamos. La máquina me reconoce y anticipa respuestas históricas posibles a partir de la info que comienzo a pasarle. Yo voy aprendiendo a preguntarle y a cuestionar sus respuestas. Intento mantener el control de la decisión o al menos de la inducción de algunas de ellas.

Si bien mantengo mi identidad desde la percepción que tengo de mi mismo, puedo empezar a expandirla al percibir que tengo a mi disposición, nuevos recursos tanto procesuales como informativos.

¿Cómo lo comprendo desde la clínica con niños con diagnòstico TEA?

Como la convergencia de trayectorias:

  1. subjetiva: percibida y sentida por mi y almacenada como experiencia a partir de mis vivencias.
  2. virtual: cuando los dispositivos que uso van registrando las huellas de mis búsquedas, mis juegos, mis comunicaciones, etc.

Ambas se integran cada vez que opero en la máquina. Pero; ¿sólo en la máquina? Los procesos que se desencadenan en cada experiencia conjunta, siento que potencian:

  1. Mi memoria: la cantidad y calidad de la información que puedo manejar
  2. La capacidad de procesamiento de ella.
  3. El tipo de información a la que accedo
  4. El acceso al conocimiento de los demás y la interactividad, la posibilidad de interactuar con otros acerca de lo propio y lo de los demás
  5. La plasticidad necesaria para reformular y reformularme

Si bien en la aplicación clínica no sería exactamente el modelo propuesto por Nguyen, si encontramos que potencia y provee recursos que muchas personas no desarrollan por si mismas.

Es interesante como vía alterna de comprensión de modos de pensar, hacer y vencer lo que hasta el momento pudieron ser restricciones.

El mundo virtual es parte de nuestra realidad actual, lo incorporamos a nuestra vida diaria y lo funcionalizamos en la comunicación, los juegos, la creación, los proyectos (desde la compra en el supermercado hasta la planificación de una intervención quirúrgica), la formación, el trabajo, etc.

Es impensable la vida hoy sin las pantallas y los sucesos que transcurren en ellas.

Vemos que nuestras capacidades posibilitan y amplifican:

  • la cantidad y calidad de la info que podemos llegar a manejar para la resolución de situaciones
  • el placer de saber,
  • la capacidad y velocidad de procesamiento,
  • el acceso al conocimiento de los demás y la interactividad: el conocimiento vivo y en movimiento.
  • la plasticidad necesaria para reformular y reformularnos constantemente.

Hay una integración necesaria máquina-humano. Una especie de complementariedad entre ambos a partir de la experiencia conjunta entre el humano que informa y la máquina que procesa. Operativamente podemos decir que el “yo” es la síntesis de uno mismo, la que lo representa e identifica en su ser y hacer. Por todo lo mencionado antes, esta síntesis hoy incluye todos los escenarios de desempeño: los reales y los virtuales. Y dentro de esta concepción intentamos entender la posible aplicación de un modelo de “yo algorítmico” (el original es propuesto por Nguyen) que abra el campo de exploración de la enorme expansión mental que implica la integración humano-máquina.

 

CONTINUARÁ …..